Los meses del estío suelen ser parcos en noticias tanto que se acuñó el término «serpiente de verano» para aludir a las noticias irrelevantes de que se valen, a veces, los medios de comunicación para, en el caso de la prensa, llenar las páginas de los diarios.

Este agosto, desde luego, no está siendo parco en acontecimientos ni, en consecuencia, tranquilo informativamente hablando. Más allá de las calores -máximo grado en la escala del calor que nos agobia en el estío- nos hemos encontrado con el asesinato en masa perpetrado en Barcelona por unos canallas que dicen obra en nombre de su religión y sobre el que no me extiendo por haberse hecho con mucho fundamento en la páginas de ABC, el patio político cordobés anda revuelto.

El comienzo del verano nos trajo el recordatorio, por parte de los grupos del gobierno municipal, de que se había pasado el ecuador del mandato. Socialistas y comunistas lo hicieron cada uno por su cuenta con críticas veladas al socio y mucho cuelgue de medallas para la actuación propia. Pedro García, presumía entonces -no ha sido la única vez- de gestionar más del sesenta por ciento del presupuesto municipal con sólo cuatro concejales, que son algo menos de la séptima parte del consistorio. Pese a eso se ha encontrado en plena canícula agosteña con la dimisión de uno de los cuatro ediles de su grupo municipal. La del delegado de Servicios Sociales y Cooperación Internacional, Rafael del Castillo, hombre muy próximo a los podemitas cordobeses.

La razón esgrimida ha sido «motivos políticos», a los que le ha añadido razones personales. Pero la clave de la dimisión está, según se puede deducir de sus propias declaraciones -zarandajas personales aparte-, en los motivos políticos. Del Castillo opina que el gobierno municipal no hace políticas de izquierdas. En parte porque la legislación existente es de derechas y también porque, según del Castillo, la correlación de fuerzas en la corporación no resulta favorable a esa política de izquierdas cuya añoranza ha sido determinante en su dimisión. No acabamos de entenderlo porque, con el apoyo que le brinda Ganemos Córdoba desde la barrera, quince son siempre más que catorce.

¿Un cañonazo a la línea de flotación a quienes han sido sus socios de gobierno del grupo municipal socialista? Es posible. La falta de sintonía entre los socios de gobierno municipal es cada vez más evidente. No hay más que ver la reacción desde las filas del PSOE a las, hasta ahora baladronadas con poca sustancia real, de los ediles comunistas en cuestiones relacionadas con el IBI. Pero también entra dentro de lo posible un fracaso en la gestión -García, como hemos dicho, ha blasonado de ejecutar el sesenta por ciento del presupuesto- como ha ocurrido con el caso de los tres metros cúbicos de agua gratis para las familias en riesgo de exclusión que resultó ser un fiasco al que se acogió menos de medio centenar. Tampoco ha puesto en marcha la municipalización del servicio de ayuda a domicilio, limitado a una de las famosas comisiones de estudio a las que tan aficionado es el Ayuntamiento. No ha sido muy brillante su sistema de concesión de ayudas. Privar a la Fundación Bangassou de la ayuda -luego se dio marcha atrás- fue un error de mucho bulto.

En cualquier caso, el patio en capitulares anda algo más que revuelto en este agosto de escasas obras municipales y mucho, mucho calor.

(Publicada en ABC Córdoba el 26 de agosto de 2017 en esta dirección)

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