Las cifras que hasta el momento presente nos ofrece el Córdoba C.F. son cadavéricas, propias de un equipo que camina hacia la defunción. Al menos lo eran hasta el pasado sábado. En Tenerife, sin embargo, se ha abierto la puerta a la esperanza con una victoria a domicilio y el juego del equipo, renovado tras lo que se conoce como el mercado de invierno. Era esa transformación la que esperaban los aficionados y con ella iniciar una remontada que le permita salir del fondo de la tabla donde se encuentra alojado desde principios de temporada y que conduce al despeñadero. Una transformación y una nueva imagen, que no consiguió ofrecer la semana pasada en el Arcángel, en su partido contra el Albacete, al acumular una nueva derrota.

Lo ocurrido en Tenerife -los partidos en las Canarias suelen tener efectos muy positivos para la parroquia futbolera cordobesista, como ocurrió con el último ascenso a Primera División, que se materializó en el estadio Insular- hace albergar alguna esperanza, como dicho queda. No sólo por el resultado sino por el juego del equipo. Se tiene además el precedente de la anterior temporada. Fue entonces, cuando comenzada ya la segunda vuelta de la competición, con el equipo poco menos que desahuciado, cuando se llevó a cabo aquel arrollador, en el sentido positivo de la expresión, final de campaña protagonizado por el equipo y que le permitió mantenerse en la Segunda División.

El equipo, según se cuenta en las crónicas y en los comentarios de los entendidos, no sólo se hizo con unos puntos preciosos, sino que ofreció una imagen que hace albergar ilusiones con que la gesta de hace una año vuelva a repetirse. La situación no es tan dramática como entonces, pero requerirá de un gran esfuerzo para hacerla realidad.

Córdoba y los seguidores del club lo merecen. No sólo porque la entidad blanquiverde reúne a la masa social más importante por su número de todas las que existen en la ciudad, sino por esos miles de seguidores, inasequibles al desaliento, que acuden cada domingo al Arcángel con la fe del carbonero. Una afición que se encuentra muy por encima de los directivos de la entidad, que en los últimos años están muy lejos de lo que se espera de ellos. Dieciséis mil socios son muchos para defraudarlos y deberían ser un acicate para quienes toman las decisiones y para quienes tienen la responsabilidad de saltar al terreno de juego.

Esperemos que lo ocurrido en Tenerife, hace unos días, no sea flor de un día, sino el punto de partida de un camino esperanzador que permita salvar la situación en que hoy se encuentra el club y se de vida a un proyecto que, tras la marcha de los González, abrió una puerta a la ilusión que está muy lejos de hacerse realidad.

Córdoba, por su entidad como ciudad, merece mucho más que un equipo que se vea obligado a luchar desesperadamente por mantenerse en el segundo nivel del fútbol español. No sólo por una afición, que es de las más importantes de la categoría de plata futbolística, sino por lo que supone para ella competir en la liga de fútbol más importante del mundo porque, hay que admitirlo, da prestigio e importantes inyecciones económicas para una actividad como la restauración y la hostelería que son de suma importancia en la economía cordobesa.

(Publicada en ABC Córdoba el 13 de febrero de 2019 en esta dirección)

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