Una las ferias de turismo más importantes del mundo, Fitur, fue ayer inaugurada por los Reyes. Esta es una feria extraña, tiene poco que ver con las ediciones de otros años. Menos participantes, importantes limitaciones y, desde luego, muchos menos asistentes. Pero su celebración señala que algo empieza a moverse en un sector que es clave en la economía española. Córdoba se ha presentado separada, el Ayuntamiento por un lado y la Diputación por otro. Una lástima, porque, más allá de las diferencias que pueda haber entre las instituciones, hay proyectos que han de abordarse en común, so pena de perder efectividad. El alcalde ha señalado que esa separación es, en parte, la respuesta a la petición de empresarios del sector. El argumento es poco sólido y, desde luego, a los empresarios del sector que así se lo han pedido mejor no calificarlos.

La ciudad de Córdoba tiene mucho que ofrecer a quienes se acercan hasta ella. Mucho de cultura y mucho de gastronomía. La Mezquita Catedral no tiene parangón y si se gestionara Medina Azahara mejor de lo que se hace, proporcionaría resultados mejores de los que ofrece. Las iglesias Fernandinas, los museos, el teatro… En la ciudad hay excelentes hoteles y muy buenos restaurantes en los que en su carta no falta el salmorejo o el rabo de toro -no sé de donde sale tanto rabo, aunque hay referencias que apuntan a las antípodas- y tampoco los flamenquines, aunque su origen y manifestación primigenia es objeto de un fuerte debate.

La provincia tiene también mucho que ofrecer. Localidades como Priego tienen una oferta monumental ligada al barroco. La obra de Álvarez Cubero y el castillo que fuera de los Fernández de Córdoba, objeto de una excelente restauración, impresiona. Otro tanto ocurre con monumentos como el Sagrario de Lucena, obra singular de la arquitectura del XVIII o los restos judíos, puestos en valor recientemente, de la ciudad. El mundo de los íberos está diseminado por toda la geografía cordobesa, con Torreparedones como uno de sus buques insignias. Obras de Benlliure en Cabra. La catedral de la Sierra en Hinojosa del Duque. Los encinares del Valle de los Pedroches y los paisajes de las Subbéticas con lapiaces, poljes, y todo un museo de geología en sus formaciones rocosas.

Si los empresarios de la ciudad de Córdoba han influido en el alcalde para que la desunión haya sido la nota dominante de lo que Córdoba -capital y provincia- podía ofrecer en Fitur han hecho un flaco favor al empeño de muchos para sacar adelante un sector duramente castigado por las condiciones en que hemos vivido en los últimos tiempos. No vale el sálvese quien pueda. De las crisis se sale unidos.

(Publicada en ABC Córdoba el 22 de mayo de 2021 en esta dirección)

Deje un comentario