Hace meses que la Parca me rodea. Será cosa de la edad que, sin ser todavía provecta, se aproxima a ese tiempo donde el final se ve cada vez más próximo. Es la ley de la vida. Han sido varias las personas las que, en muy poco tiempo, menos de tres meses, siendo próximas a mí, se han marchado. No me había ocurrido antes, al menos que en tan poco tiempo hubiera tenido que despedir a tantos. Una de ellas es Vicente Torres Esquivias, VIC.

He compartido página con él durante varios años y ha sido todo un honor. Lo digo sin el menor atisbo de tener ese comportamiento, muy hispano, de dedicar alabanzas a quien ya no está entre nosotros y que nunca lo hicimos en vida. Le dije muchas veces que era un honor para mí compartir la página del periódico con él porque VIC era un lujo. Capaz de sintetizar en una frase, la que acompañaba a sus viñetas, lo que en los demás eran necesarias varios centenares de palabras –toda un columna- para decir lo mismo que él y con mucha menos enjundia. Porque quienes han disfrutado de sus viñetas saben que en ellas se encerraba toda una forma de entender la vida. Conocía el alma de Córdoba y por añadidura la de los cordobeses y eso le hacía ser tan certero.

Sus parcelas o sus cuñados eran impagables. Sólo quien conoce bien los entresijos de una ciudad es capaz de mostrarla de la forma en que él lo hacía. El “Tabernario sentimental” que escribió a medias con su compadre, Javier Tafur, era mucho más que un recorrido por las tabernas de Córdoba. Era un tratado de filosofía sobre un asunto qué en Córdoba, aunque cada vez con menos intensidad, es de importancia capital. Era la taberna, era el tabernero, eran los clientes, era el ambiente y era la clase de conversaciones o de silencios que en ellas se respiraba. En sus páginas latía la vida diaria de la ciudad, pero también, como se apuntaba en el título, había sentimiento. Eso alejaba aquel libro, hoy una rareza, de una guía para turistas. Estaba en las antípodas

Recuerdo que, con motivo de las últimas Olimpiadas, las de Brasil, durante los días en que se celebraba aquel evento deportivo nos obsequió con unas “Parceliadas” que sólo su pluma y su ingenio podían realizar. Era un catálogo de una de las realidades que han marcado a la Córdoba de las últimas décadas. Su ingenio, acompañado de una fina ironía suponían situar al lector, sin acritud, ante un asunto verdaderamente complejo tanto en el plano público como en el familiar.

Querido Vic ha sido, como decía antes, un lujo disfrutar de tus viñetas y un gran honor haber compartido página con vuesa merced. Nos has dejado huérfanos, al decirnos adiós demasiado pronto. El vacío que deja tu viñeta será muy difícil de ocupar porque lo certero de tus análisis, la fina ironía de que hacías gala y tu capacidad para con un puñado de palabras dejar un mensaje contundente a veces y refinado otras, no está al alcance de cualquiera.

Tu recuerdo no se perderá, al menos no para quien hemos compartido contigo página y… arroces en casa Vicente cuando se aproximaba la Navidad y el director nos convocaba. Tus viñetas y lo que significaban cada día… permanecerán indelebles en nosotros.

(Publicada en ABC Córdoba el 14 de marzo de 2020 en esta dirección)

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