Los holandeses nunca me resultaron atractivos. Un castizo diría que nunca fueron santos de su devoción. No lo digo porque en la final del campeonato del mundo de fútbol, en que nuestra selección se proclamó campeona al derrotarlos con un gol de Inhiesta, el holandés De Jong propinara una tremenda patada en el pecho a Xabi Alonso. Tampoco porque su historia y la nuestra, aunque hubo un tiempo en que ellos, mal que les pese, formaron parte de la monarquía hispánica —un trozo de nuestro imperio—, hayan estado marcadas por actitudes muy diferentes. Llegaron a España, acompañando a Carlos I, como halcones que se lanzan sobre una presa. Buscaron cargos, prebendas y drenar riquezas para lo que entonces se conocía como Flandes. Era tal la voracidad de alguno de los consejeros que acompañó al rey que por Castilla se hizo popular un dicho que decía: “Dad gracias a Dios, ducado de a dos, que el señor de Chievres, no topo con Vos. Este señor de Chievres, tutor de Carlos I, fue quien, al haber quedado vacante la sede diocesana de Toledo por fallecimiento de su titular el cardenal Cisneros, cuyas rentas andaban por los ciento cincuenta mil ducados anuales —una cifra fabulosa para época—, hizo que fuera a parar a manos de su sobrino, Guillermo de Croy, un jovencito de veinte años que jamás piso España.

No me resultan atractivos. No tanto porque era holandés un personaje como Guillermo de Orange, un auténtico felón al faltar a la palabra dada a don Juan de Austria de no saquear los templos católicos, si los Tercios de Infantería se retiraban a sus bases de Italia. Don Juan ordenó retirarlos de Flandes y Orange dio orden inmediatamente de saquear e incendiar las iglesias católicas. No es que no me resulten atractivos porque fueron unos de los que mayor empeño pusieron en difundir la sarta de mentiras, trufada con alguna que otra verdad, que constituyen la Leyenda Negra española. Ni siquiera provoca esa falta de simpatía el que continúen casi cinco siglos después asustando a sus niños con que viene don Fadrique Álvarez de Toledo, el Gran Duque de Alba.

Por lo que me resultan poco atractivos es por la actitud que mantienen en nuestro tiempo de sentirse superiores, dándonos lecciones de defensa de los derechos humanos cuando tienen reacciones como la que han mostrado estos días —está muy lejos de ser una excepción— con el trato que pretenden se dé a los más ancianos y considerar un desperdicio utilizar UCIs para atenderlos en una situación de emergencia. Me resultan poco atractivos porque siguen considerando como PIGS, léase CERDOS, a los países del sur de Europa como Portugal, España Italia o Grecia. Me resultan poco atractivos porque se sienten superiores y rechazan propuestas que no convengan a su economía de tulipanes y nos acusen de ser poco ahorrativos. No me resultan atractivos por la forma en que se ha expresado su ministro de finanzas, Wopke Hoektra, en la última reunión de Jefes de Estado o Presidentes de Gobierno de la Unión ante las propuestas planteadas por España e Italia, afirmando que Bruselas debía investigar a España por no tener margen presupuestario para enfrentarse al coronavirus,

Por cierto, inexplicable silencio de Sánchez ante esa arremetida del holandés. Fue el presidente portugués Antonio Costa quien calificó su discurso de “mezquino” y afirmó que había sido “repugnante en el marco de la Unión Europea”

(Publicada en ABC Córdoba el 4 de abril de 2020 en esta dirección)

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