Cuando, por diferentes razones, no se dispone de proyectos importantes se suele echar mano de ocurrencias, sin que se repare en todas las consecuencias que se derivan de ello. Por lo general se trata de asuntos que necesitan escasa preparación previa. Recuerden a Zapatero cuando decidió no levantarse al paso de la bandera de los Estados Unidos. Recuerden también, al inicio de este mandato municipal en Córdoba, la decisión de retirar un cuadro que representaba al arcángel San Rafael de una dependencia del Ayuntamiento.. En este último caso estaba relacionado con que quienes dirigen la institución carecían de proyecto y recurrieron a una boutade, es decir a una intervención pretendidamente ingeniosa, destinada por lo común a impresionar. A España le vino larga la sentada de Zapatero y Ambrosio tuvo que dar marcha atrás. No habían medido las consecuencias de sus actos.

En Córdoba viene ocurriendo con cierta frecuencia. Tenemos un par de ejemplos  sólo en los últimos días. Uno ha sido plantear la posibilidad de un cierre parcial del tráfico -es posible que sólo se trate de un globo sonda- en la Ronda de los Tejares. Pero con globo sonda o sin él, el escándalo formado por el delegado de Tráfico al decir  que “más pronto que tarde” por esa avenida solo se permitirá circular a los vehículos públicos y a los residentes, con el objetivo de que los autobuses municipales tengan mayor actividad, ha sido monumental. El edil de marras no había pensado que poner en práctica, “más pronto que tarde”, una decisión de ese calibre supone alterar de forma considerable el tránsito por buena parte de Córdoba. La alcaldesa ha tenido que salir al quite, señalando que nada de eso hay previsto y, de paso, ha matado al mensajero. Culpa a los medios de comunicación que recogieron la edilicia ocurrencia de haber embarullado ese asunto. Otro tanto está ocurriendo con la  polémica organizada a cuenta de los palcos de la carrera oficial de la Semana Santa junto al muro de la Mezquita-Catedral. El tema ha provocado una llamada de atención al Ayuntamiento y a la Asociación de Cofradías por parte la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía que, por cierto, guardó un ominoso silencio ante algunos de los desafueros urbanísticos cometidos cerca de los muros del monumento y que, a diferencia de los palcos, tienen carácter permanente..

Lo curioso de esta cuestión es que la ha provocado la Gerencia Municipal de Urbanismo, en manos del edil García, cuya pasión por los desfiles procesionales es cosa sabida. La reacción del delegado de Presidencia, Emilio Aumente, no se ha hecho esperar. Si la tormenta de los palcos ocurre por tener su emplazamiento próximo a un Bien de Interés Cultural, la delegación de Cultura de la Junta tendrá que pronunciarse cada vez que eso ocurra. ¡Menudo lío por no haber previsto las consecuencias!

El casco histórico de Córdoba está lleno de Bienes de Interés Cultural y son numerosos los eventos que tienen lugar en sus aledaños. Las consecuencias del choque iniciado por la Gerencia de Urbanismo y la respuesta de Presidencia -léase entre IU y el PSOE- están a la vista. No han calibrado que hay cosas que mejor es no tocarlas… que es peor. Si es mala cosa no disponer de proyectos importantes, no se quedan atrás las ocurrencias, cuyas consecuencias no están previstas. Si a ello se une la tensión entre las dos patas del cogobierno ante la proximidad de las elecciones…

(Publicada en ABC Córdoba el 7 de abril de 2018 en esta dirección)

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