Este año, por mor de la pandemia que nos afecta, la Fundación Aguilar y Eslava de Cabra no ha podido celebrar los actos que en torno al 8 de diciembre son habituales. Esa fundación mantiene vivo el espíritu de aquel clérigo del siglo XVII que fundó un Colegio de Humanidades, bajo la advocación de la Limpia, Pura e Inmaculada Concepción de la Virgen María y que, con el paso del tiempo daría pie a que, en 1847, reinando Isabel II, se crease asociado a él, un instituto de Segunda Enseñanza que lleva su nombre.

Tampoco es habitual, en un país que ha dado muestras a lo largo de la historia de notable indiferencia en lo que se refiere a sus instituciones, que una fundación que surge a finales del siglo XVII —el testamento de don Luis Aguilar y Eslava es de 1679—, haya llegado a nuestros días. Su supervivencia a lo largo de los siglos no ha sido fácil, a causa de las vicisitudes de la historia y a los deseos renovadores de algún director de dicho Instituto e incluso de elevadas instancias de la Consejería de Educación en que se pretendió construir un centro de nueva planta, demoliendo el edificio del siglo XVII, que lo ha albergado durante siglos. No sucedió y el edificio, que tiene un notable valor, sigue en pie y, con las adaptaciones que imponen los tiempos, continúa prestando su impagable servicio a la sociedad.

La Fundación Aguilar y Eslava conserva una gran colección de piezas de un extraordinario valor desde el punto de vista histórico, pedagógico y educativo. Añádase a ello una magnífica biblioteca en la que se cuentan por centenares las obras encuadernadas en pergamino, tanto manuscritas como impresas, de los siglos XVI, XVII y XVIII. Así como una bóveda celeste con la posición de las estrellas en el firmamento, visto desde Cabra y que, mediante un curioso mecanismo, puede situarse en cualquier día del año. Hoy muchas de esas piezas constituyen un museo donde pueden verse notables pinturas. Unas son retratos, de épocas muy diferentes, de algunos de los prohombres que a lo largo de los siglos pasaron por sus aulas, otras dedicadas a la Inmaculada Concepción. Muebles antiguos —entre ellos una cátedra del siglo XVII—. Trabajos de sus profesores, como los realizados por don Juan Carandell y Pericay. Salas dedicadas a la Historia Natural que sorprenden al visitante por su riqueza y variedad, tanto de plantas como de animales magníficamente conservados.

No es habitual encontrarse con un legado como puede contemplarse, gracias al esfuerzo de personas que lo mantienen vivo, en un lugar que fue alma mater de, al menos, la mitad sur del antiguo reino de Córdoba. Somos gente poco apegadas a las tradiciones, aunque a veces hay quien quiere establecerlas sin fundamento alguno,

Web de la fundación: http://www.aguilaryeslava.org/fundacion/historia/

(Publicada en ABC Córdoba el 19 de diciembre de 2020 en esta dirección)

 

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