Han transcurrido poco más de tres meses cuando la alcaldesa anunciaba a bombo y platillo una de las grandes inversiones para la ciudad. En tan poco tiempo ha quedado reducida humo. Fue recién estrenado el mes de marzo cuando Ambrosio, arropada por el consejero de Economía de la Junta de Andalucía, el rector de la Universidad y la directora del hospital Reina Sofía, afirmaba, en el Centro de Recepción de Visitantes, que Córdoba iba a contar con un polo de innovación tecnológica, una incubadora de empresas, del que hasta se daba el nombre, BIOtech. Situaría a la ciudad en la vanguardia de la investigación biológica, y supondría una inversión de dos millones de euros, amén de crear más de un centenar y medio de puestos de trabajo.

Ese polo de investigación se situaría en Rabanales 21 de quien un castizo diría que sobre él ha de pesar una grave maldición porque todo lo relacionado con el parque tecnológico acaba, al menos hasta el momento, siendo un fiasco. En palabras de la alcaldesa BIOtech suponía un salto de calidad que iba a convertir a Córdoba en un referente regional para la biotecnología.

La incubadora de empresas era, según la alcaldesa, cosa hecha y así se dijo -basta con tirar de hemeroteca-, pero fue un anuncio precipitado. Para nada se aludió en aquella comparecencia a que sólo era un proyecto y que el de Córdoba había de concursar en competencia, con otros candidatos. Se ocultó que se trataba de una posibilidad que había de materializarse. Cuando días pasados se publicaron en el Boletín Oficial del Estado los resultados de ese concurso BIOtech era humo porque el proyecto había recibido la peor puntuación entre los competidores y a mucha distancia del ganador. Lo que indica que las cosas no se han hecho adecuadamente.

Ha quedado en entredicho la institución municipal y también un importante número de empresas cordobesas a las que el Ayuntamiento pidió su aval.

La delegada de Fomento del Desarrollo Económico y del Comercio, Mar Téllez, cuyo paso por cultura al principio del mandato fue como si hubiera montado el caballo de Atila, sostiene que aquí no ha pasado nada. Cómo si los dos millones de euros que eran la inversión que llegaba fueran calderilla y como si las ilusiones despertadas fueran cosa menor. Ese no pasa nada, no cuadra con el silencio oprobioso con el que el gobierno municipal pretendió silenciar el fiasco.

No es de recibo salir ahora tapando las vergüenzas de lo que dijo la alcaldesa que es el papel que le ha tocado interpretar en este sainete, con aromas de farsa, a la mencionada delegada municipal. Su actuación recuerda a lo que en otro tiempo, a quienes asumían ese poco decoroso papel, se conocía como un «quita vergüenzas». Eso es algo que hoy tiene poco recorrido, dados los medios tecnológicoscon que contamos.

Lo dicho, dicho queda y hay constancia de ello. Eso nos explica que, en un primer momento, se guardara significativo silencio al que hacíamos referencia más arriba. Se trataba de ocultar lo que ha sido un fiasco en toda regla. Al final todo ha quedado en humo de pajuelas porque se quiso vender la piel del oso antes de cazarlo y no contó con la concurrencia de otros cazadores que han mostrado estar mucho mejor pertrechados para cobrar la pieza. Alguien, en lugar de buscar malas explicaciones, tendría que dimitir.

(Publicada en ABC Córdoba el 13 de junio de 2018 en esta dirección)

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