A nadie o a casi nadie ha debido sorprenderle, teniendo en cuenta los antecedentes. Sánchez había dicho, antes de configurar el nuevo gobierno que disminuiría el número de ministerios, pero ha cambiado de opinión. El nuevo gobierno vuelve a ser, como el anterior, el más numeroso y, por lo tanto, el más caro de nuestra Historia. Vuelven a ser veintidós los ministros: diecisiete socialistas y cinco comunistas. Feijóo debería tomar nota y recordarle a Sánchez, cada vez que haga una afirmación desde la tribuna del Congreso, que no tiene claro que haya dicho algo que vaya a hacer, habida cuenta de sus cambios de opinión.

Este es un gobierno de lucha política. Sánchez sabe que necesita gente combativa, por decirlo con una palabra que no resulte agresiva, como el exalcalde de Valladolid cuyo discurso es algo más que bronco, casi insultante. Lo hará bien para el propósito de quien lo ha colocado en ese ministerio. Los comunistas aportan el mayor número de novedades. Hay nueve caras nuevas en el gabinete y casi la mitad, cuatro de ellas, son aportadas por Sumar. Sólo permanece Yolanda Díaz porque las podemitas —Belarra y Montero— han sido laminadas y Garzón, metiéndose en todos los charcos posibles en su paso por el ministerio de Consumo ha afirmado que se retira de la primera línea de la política.

La situación de Podemos, según quien sigue manejando los hilos de la depauperada formación que iba a alcanzar el cielo por asalto y que hoy queda reducida a cinco escaños —no perdamos de vista su importancia en el conglomerado de siglas que sostienen a este gobierno resultan fundamentales— es de separación respecto a Sumar. A dejarlos en esa situación ha sido decisiva la actuación de Yolanda Diaz, a la que Sánchez está sumamente agradecido. Díaz ha traicionado a los podemitas —si analizamos su recorrido político la traición a unos planteamientos forma parte de su trayectoria— y los ha dejado fuera de juego. Sánchez ha debido recuperar el sueño, aunque también cambió de opinión acerca del insomnio que le producía un pacto con Pablo Iglesias, antes de pactar con él.

Iglesias y los suyos aguantarán todos los desaires recibidos porque es la forma de cerrar el paso a la derecha, pero ya ha anunciado que a las elecciones europeas acudirán separados de Sumar. Esa es una afirmación de mucho calado y en su despedida oficial de los ministerios que ocupaban han dejado claro su malestar. El 9 de junio de 2024 hay elecciones al Parlamento Europeo y esa es una fecha que a Sánchez no le es posible modificar y ese día pueden suceder muchas cosas. Al presidente del gobierno le pasaron factura el 28 de mayo por los cambios de opinión que había protagonizado como indultar a quienes afirmaba que nunca lo haría. Perdió las elecciones del 23 de julio, pero los números, prometiendo una amnistía a Puigdemont, fugado de la justicia española, que negaba hace poco, le han permitido ser investido presidente. Pudiera ser que en las elecciones europeas ese cambio de opinión sea letal para él. Sólo son elecciones europeas, pero en ocasiones sus consecuencias son inesperadas. En la historia se pueden encontrar numerosos ejemplos de ello.

(Publicada en ABC Córdoba el 24 de noviembre de 2023 en esta dirección)

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