Hay vida más allá del fútbol. El balompié, así es como se denomina este deporte de masas en el Real Betis, es una especie de opio con que se adormecen muchas mentes que no ven más allá de los colores de un club. Hasta el martes la conversación gira entorno a los partidos -en realidad sólo unos cuantos y si me apuran los que juegan tres o cuatro equipos- jugados el fin de semana anterior. A partir del miércoles la conversación se centra en los partidos del fin de semana siguiente. Es siempre que no haya de por medio alguna competición internacional, lo que ocurre una semana si y otra no. Es para adormecer el espíritu, lo que, como dicho va, ocurre con muchísima gente. Hay quienes están tan interesados en el pastizal que se mueve en ese mundo, que alardean de los que cobran sus ídolos; más que los del eterno rival. Quienes se centran en el millonario presupuesto de alguna de estas entidades. Incluso pendientes de hacerse con una elástica que supone una novedad -¡ah las novedades!-, tras un fichaje que supone una increíble cantidad de millones de euros. El fichado suele afirmar que ha llegado al equipo soñado, basa el escudo y si, una par de años después, otros están dispuestos a pagar más por sus servicios, todo lo dicho, incluida la emoción que embargaba sus palabras, se queda en agua de borrajas.

No es una crítica a este deporte que, como dicen los británicos, siendo de caballeros, suele ser practicado por quienes suelen tener actitud de villanos. Es más bien un rechazo al mercado en que se ha convertido un deporte que, por ser de masas, mueve muchos millones. También una reivindicación a la escasa proyección de otros deportes. Es el caso del Tiro Olímpico que recientemente ha ocupado los medios de comunicación porque los cuatro tiradores españoles -dos mujeres y dos hombres- que habían participado en la Copa del Mundo celebrada en Nueva Delhi estaban retenidos en el aeropuerto de Abu Dabi, casi acusados de terrorismo, por un fallo de la compañía aérea en la que viajaban  en la tramitación de la documentación de una de las armas. Habían acudido a dicha competición su acompañantes federativos y pagando de su bolsillos los gastos. Hubiera pasado desapercibido el que estos deportistas habían conseguido dos medallas, una de oro con record mundial incluido y otra de plata -esta última conseguida por la cordobesa de Baena, Fátima Gálvez- de no ser por su detención y mal trago pasado en el aeropuerto. No han importado sus medallas, sólo su comprometida situación durante muchas horas.

¿Si hubieran sido Messi o de Ronaldo los retenidos en ese aeropuerto nos habríamos enterado por dicha detención que habían conseguido importantes goles para sus respectivos equipos? La llamada prensa deportiva es más bien prensa futbolera por la atención que dedica a esta práctica y el olvido, a veces clamoroso, de tiene para otros eventos deportivos.

El deporte, cuya práctica tanto se pondera desde las instancias públicas y del que se habla en los medios de comunicación, es mucho más que el fútbol. Una actividad que, en ciertos niveles, ha perdido una buena parte de su condición deportiva para convertirse en un negocio del que en casos muy significativos presenta ribetes ciertamente oscuros, muy oscuros.

Vayan estas líneas en homenaje de esos deportistas, alejados de los mercados de invierno y verano, y de forma particular -van a permitírmelo- a Fátima Gálvez.

(Publicada en ABC Córdoba el 11 de noviembre de 2017 en esta dirección)

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