Imagínense ustedes, por un momento, que en medio de la canícula estival bajasen témpanos de hielo por el Guadalquivir. ¿Se imaginan el ambiente que habría en el Puente Romano? ¿La cantidad de gente que se acumularía en la ribera o en los sotos del río? Eso sería una noticia para abrir los informativos de emisoras de radio y televisión. Ocuparía la portada de los diarios y sería asunto del que hablar en reuniones y tertulias, como un acontecimiento de verano. Pero… ¿convertir en noticia que hace calor en Andalucía en los meses de julio y agosto? ¿Hacer de unas temperaturas que superarán los cuarenta grados una información a la que se da un carácter extraordinario?

En Andalucía cuando llega el estío hace calor, mucho calor. Es una realidad que, con diferencia de unos cuantos grados, se repite un año tras otro. La hemeroteca guarda memoria de como en otro tiempo los termómetros alcanzaban en verano valores que hoy se nos presentan como una cosa extraordinaria, jamás ocurrida. Hay una marcada tendencia a convertir la información meteorológica en noticia.

El lenguaje popular ha distinguido, desde hace mucho tiempo, los diferentes grados del calor veraniego con el uso de artículos y la diferenciación del singular y el plural. Nuestra lengua es extraordinariamente rica en matices y señala una clara distinción entre el calor, la calor, los calores y las calores. Las calores son las propias de los meses de julio y agosto y eso no es noticia. Lo sería que bajasen témpanos de hielo por el Guadalquivir.

Es cierto que en los polos se están produciendo deshielos importantes, que la temperatura de los mares se está elevando de forma preocupante y que es necesario tomar medidas para evitar que vayan a más y llegue un momento en que sean irreversibles. Pero, a veces, se tiene la sensación de que hay un deseo de atosigamiento a través de los medios de comunicación respecto a determinadas realidades meteorológicas que no suponen ninguna novedad ni algo que tenga un carácter extraordinario. En Córdoba y, en general en el valle del Guadalquivir, que los termómetros pasen de los cuarenta grados ha sido moneda corriente y no supone una excepcionalidad. También que se han producido lo que podemos considerar como anomalías meteorológicas. Bruscas caídas de temperatura en muy pocas horas o que descarguen fuertes tormentas que han producido graves inundaciones en los meses de verano. Otro tanto ocurre con las sequías, que son periódicas en los climas mediterráneos. La diferencia es que las formas de vida que imperan en la sociedad actual y los riegos de grandes extensiones de cultivos que tradicionalmente lo han sido de secano, así como una ganadería intensiva o determinados tipos de industria necesitan de unas cantidades de agua desconocidas en otro tiempo, lo que hace que sus efectos resulten más intensos.

Da la impresión de que se nos quiere dar gato por liebre y ofrecer como novedad lo que no es sino la normalidad propia de ciertas épocas del año. Lo que no significa que no sea necesario tomar medidas sobre los efectos que la actividad humana está teniendo sobre el planeta.

(Publicada en ABC Córdoba el vienes 11 de agosto de 2023 en esta dirección)

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